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22 de Abril de 2024, 300 aniversario del nacimiento de Kant

El gran Joaquín Reyes dedica un «Celebrities» a Immanuel Kant el día en que se cumple 300 años del nacimiento del gran filósofo de Könisberg.

Teorías éticas y superhéroes: estudio de cuatro dilemas éticos en «El caballero oscuro»

Dirigida por Cristopher Nolan, segunda parte de su trilogía sobre el popular héroe de DC, y estrenada en el año 2008, esta película se hizo acreedora, entre otros premios, del Óscar a la mejor edición de sonido y de un merecidísimo Óscar al mejor actor de reparto para Heath Ledger, por su memorable interpretación del Joker. El filme es muy rico en dilemas, pero hay cuatro especialmente interesantes desde el punto de vista ético:

  • La decisión de entregarse o no al Joker para que deje de matar inocentes.
  • La decisión de salvar a Rachel o a Harvey Dent cuando son secuestrados.
  • El experimento social de Joker.
  • La decisión de contar la verdad a la ciudad de Gotham acerca de los crímenes de Harvey “Dos Caras” Dent o no contarla.

Tratando de aplicar sus principios básicos a estos dilemas, podemos entender mejor cómo funcionan cuatro de las principales teorías éticas de la historia de la filosofía, a saber: el eudemonismo, el hedonismo, el utilitarismo y la ética kantiana. Cada una de estas teorías responde de forma distinta a la pregunta ética por antonomasia «¿Qué debo hacer?» La mayor parte de ellas considera que la respuesta a esta pregunta depende de las consecuencias de mi acción o de la finalidad última de mi vida, la ética kantiana, en cambio, trata de responderla de forma absoluta e incondicionada. Recordemos muy brevemente los principios éticos básicos que definen a cada una de estas teorías:

  • Eudemonismo (Aristóteles) La acción correcta es la acción virtuosa, sabia, prudente (el término medio entre dos extremos viciosos), que conduce a la felicidad entendida como autorrealización.
  • Hedonismo (Epicuro) La acción correcta es aquella que conduce al placer, a la ataraxia, a la felicidad entendida como ausencia de sufrimiento físico y de inquietudes.
  • Utilitarismo (Bentham y Stuart Mill) La acción correcta es la útil, aquella que maximiza la felicidad del mayor número.
  • Ética del deber (Kant) La acción correcta es aquella en que obro de tal forma que la máxima que guía mi voluntad puede convertirse en ley universal; aquella en que trato a la humanidad, tanto en mi persona como en la de otros, como un fin en sí misma y no como un medio.

¿Cómo se aplican estos principios a los diferentes dilemas de la película? ¿Cómo deberían haber actuado los protagonistas de cada dilema según cada una de estas cuatro teorías éticas y qué principios éticos demuestran tener dada la acción que llevan a cabo en la secuencia real de los acontecimientos?

Primer dilema – ¿Debería entregarse Batman para poner fin a la ola de asesinatos del Joker o no debería ceder al chantaje?

El Joker envía a las noticias un vídeo en que aparece intimidando y finalmente torturando y asesinando a un imitador de Batman, ahí plantea su desafío:

Así de loca se ha vuelto Gotham por culpa de Batman. ¿Queréis orden en Gotham? Batman debe desaparecer. Así que… Batman debe quitarse la máscara y entregarse. Por cada día que pase sin que lo haga… alguien morirá. La cuenta empieza esta noche. Soy un hombre de palabra.

Y, en efecto, el Joker cumplirá su amenaza. Asesinará primero a ese admirador de Batman, después a la juez Surillo y al comisario Loeb, fracasará intentando asesinar a Harvey Dent y en compensación asesinará a dos policías, de apellido «Harvey» uno y «Dent» el otro, disparará a James Gordon tratando de asesinar al alcalde… hasta que al final Batman claudicará y decidirá que se entrega (pero al ir a hacerlo Harvey Dent se le adelantará y se inculpará a sí mismo).

A. Entregarse

  • Solo la ética epicúrea justifica que Batman se entregue y Bruce Wayne confiese ser Batman. Podría parecer lo contrario, ser encarcelado no parece satisfacer ninguna aspiración hedonista, no obstante, un revelador diálogo entre Bruce Wayne y su mayordomo Alfred nos muestra que en realidad Wayne no puede evitar entregarse, no es capaz de soportar la carga de presenciar impotente los asesinatos. Y de hecho Harvey Dent lo acusa de rendirse, de no ser capaz de aguantar. Dice Wayne que ha descubierto los límites de Batman, aquello que Batman no es capaz de resistir, y no es capaz de seguir aguantando esa situación. Entregarse es, por tanto, el remedio al sufrimiento, y en este sentido es una decisión hedonista. Además, en la SECUENCIA REAL DE LOS ACONTECIMIENTOS, cuando se va a entregar, Harvey Dent se anticipa y se acusa a sí mismo, y Bruce Wayne no hace nada para corregirlo, lo que confirmaría que una vez soltado el lastre de la constante amenaza de los asesinatos, no hay razón alguna para optar por esta opción (ni la honestidad, ni la verdad, ni la solidaridad) al margen del sufrimiento personal, del egoísmo (un egoísmo fruto de un sufrimiento empático con las víctimas, eso sí).

B. No entregarse

  • Tiende a pensarse en ejemplos típicos de chantaje de un terrorista (“O me entregáis a X, o mataré a cientos”), que la ética utilitarista implica sacrificar a uno por el bien de muchos para incrementar la felicidad del mayor número (o disminuir el sufrimiento medio), pero el hecho de que la mayor parte de gobiernos tenga por principio no negociar con terroristas debería hacernos sospechar que no es así (y si hay una ética aplicable al poder político, esa es la utilitarista). En realidad, lo correcto desde el punto de vista del utilitarismo es no ceder al chantaje, pues debilita las instituciones y al Estado, y estos sí que representan el bienestar general, el bien de unos pocos (los que sufren los asesinatos) no debe anteponerse a la felicidad de la mayoría (la que se sigue de un Estado de Derecho con instituciones sólidas y un orden legal).
  • Sería una opción kantiana. Batman/Wayne no puede ser tratado como un medio, es un fin en sí mismo, y desde luego no podríamos querer que se convirtiera en ley universal ceder a los caprichos de psicópatas, de aquellos que “solo quieren ver el mundo arder”.
  • Desde el punto de vista  aristotélico hemos de atender a las palabras de Alfred “Le odiarán por ello, pero esa es precisamente la razón de ser de Batman, puede estar al margen, puede tomar las decisiones que nadie más puede tomar, puede hacer lo correcto”. La acción virtuosa en este caso es no ceder al chantaje, soportar el desprestigio, esa es la acción heroica que requiere de una enorme fuerza de voluntad, auténtica valentía (pero aquí, Bruce Wayne descubre su debilidad).

Segundo dilema – ¿Debería Batman salvar a Rachel o a Harvey Dent?

El Joker ha secuestrado a Rachel y a Harvey Dent, ambos están en extremos opuestos de Gotham rodeados de explosivos que estallarán en breve. Es imposible que Batman pueda salvar a ambos, ¿a quién escogerá? ¿A su amiga de la infancia y amor de su vida, o a la nueva esperanza de la justicia de Gotham que por fin está poniendo coto al crimen y la corrupción?

A. Salvar a Rachel

  • Sería hedonista. Dado que Bruce Wayne ama a Rachel y no quiere perderla, sufriría con su muerte más que con la de Dent, por lo tanto debería salvar a Rachel para minimizar su propio sufrimiento, para evitar el dolor. En LA SECUENCIA REAL DE ACONTECIMIENTOS ese parece ser el principio que guía la acción del protagonista, su propia felicidad.
  • Podría parecer virtuoso desde el punto de vista aristotélico, sería una muestra de amistad fiel y gratitud hacia Rachel, siendo ambas virtudes importantes que demuestran prudencia en las relaciones sociales y personales. En tanto que ejemplos de sabiduría práctica, contribuyen a la felicidad, a la auto realización, a la sensación de plenitud. Por tanto, tiene sentido ver esta acción de Bruce Wayne como virtuosa, PERO es una acción de Batman… ¿Qué Batman alcanza la excelencia como superhéroe, el que salva a Rachel o el que salva a Dent?

B. Salvar a Harvey Dent

  • Sería lo correcto desde el punto de vista del utilitarismo. Dado que Dent está acabando con el crimen en Gotham, la mejor forma de convertir Gotham en una ciudad pacífica y segura sería salvarle, y esto conllevaría la maximización de la felicidad general.
  • Sería una opción kantiana. No podemos tomar en consideración la segunda fórmula del imperativo categórico pues aquí ambos sujetos, Rachel y Dent, está siendo usados como medios por una tercera parte (Joker) y no hay forma de que Batman lo evite. Pero Bruce Wayne puede preguntarse “¿Podría querer que anteponer las preferencias personales al bien general se convierta en ley universal?” Es perfectamente concebible, pero en principio la respuesta sería “no”. El deber de Batman es salvar a Gotham, y por tanto a Dent.
  • Salvar a los inocentes parece la auténtica acción virtuosa desde la perspectiva aristotélica porque salvar a inocentes es la razón misma de ser de Batman, la justicia y la protección independientemente de cualquier beneficio personal. Salvar a Dent es generoso y valiente, desmuestra un compromiso pleno con la causa de la justicia, que es precisamente el fin último de Batman. Así, salvar a Dent es una acción que pertenece a la auténtica naturaleza de Batman, implica su autorrealización.

Tercer dilema – ¿Deberían los ciudadanos detonar la bomba o no?

Los ciudadanos están en un barco, y los criminales en otro. El Joker les informa de que hay una bomba en cada barco, y de que en el otro está su detonador. El Joker les da un ultimátum: si a medianoche ni los ciudadanos ni los criminales han volado por los aires al otro barco, él mismo hará explotar a ambos. Se trata de una variante del dilema del prisionero en que hay una estrategia estrictamente dominante.

Esta situación es una variante del dilema del prisionero. Tanto los ciudadanos como los criminales tienen dos opciones, aunque el resultado de su elección es desconocido, pues ignoran qué elegirá hacer la otra parte. En principio, parece obvio que el escenario en que se vuelan por lo aires mutuamente es el peor, no obstante, parece poco probable que activen el detonador de forma perfectamente simultánea, las opciones realmente posibles son tres:

  • 1/ Si empleo el detonador sobrevivo matando a otras personas.

Si no empleo el detonador:

  • 2/ Pero quienes están en el otro sí lo hacen, entonces muero siendo inocente.
  • 3/ Y tampoco lo hacen quienes están en el otro barco, entonces muero siendo inocente.

Finalmente, pues, mis opciones son dos: matar y vivir o no matar y morir.

En la película nadie emplea el detonador, lo que debería haber llevado a la muerte de todas las personas en los barcos, no obstante Batman evita ese desenlace y convierte la decisión tomada por los tripulantes de ambos barcos en la mejor posible teniendo en cuenta el resultado final. ¿Pero fue esa la mejor elección posible desde el punto de vista ético en las condiciones de incertidumbre en que fue tomada? Nos ponemos en el lugar de los ciudadanos, pues en principio los presos no tendrían elección.

A/ Accionar el detonador

  • Desde el punto de vista del hedonismo no hay mucho que debatir, si podemos vivir con ello y ser felices en el futuro sin remordimientos (Joker es el asesino, no yo) entonces debería activar el detonador. Si por el contrario iba a vivir con sentimiento de culpa y sufriendo por ello, no debería hacerlo.
  • Desde el punto de vista del utilitarismo es más sencillo aún, mi opciones son: que solo mueran los convictos, o que mueran tanto los convictos como los ciudadanos. La primera opción minimiza el sufrimiento total, por lo que debería activar el detonador.

B/ No accionar el detonador

  • Desde la ética kantiana debemos centrarnos en la segunda versión del imperativo categórico, no debo tratar a los otros como medios sino como fines en sí mismos, no puedo por tanto matarlos para salvarme yo (no se trata de legítima defensa, pues aquellos a quienes mate no me están atacando). No debo activar el detonador. Parece ser la opción del preso que tira el detonador por la ventana.
  • Desde el punto de vista de la ética aristotélica, emplear el detonador estaría muy lejos de ser virtuoso, pero también es cierto que sería una elección prudente.
    • Si consideramos la vida como autorrealización, y ello como el desenlace de nuestra vida en su conjunto, entonces habríamos de preguntarnos cómo seríamos recordados y por tanto detonar la bomba parece ser un acto de cobardía. Pero esto no resuelve del todo la cuestión, porque a pesar del dilema entre vivir como un cobarde o morir valiente y virtuoso…
    • Si nos consideramos responsables de velar por las vidas de los ciudadanos, entonces hemos de ser prudentes y protegerlos, y podría querer morir (en el futuro) como un buen líder capaz de tomar la decisión correcta por muy difícil que fuera. Para dirimir el dilema, primero hemos de dirimir quién somos realmente (o precisamente nuestra acción nos dirá quiénes somos), pero en principio debería vencer la prudencia en decisiones colectivas.

Cuarto dilema – ¿Debería Batman cargar falsamente con la culpa de los crímenes de Harvey Dent o no?

Tras la muerte de Dent, el comisario Gordon se lamenta de que al final Joker haya vencido al corromper a Harvey Dent y volverlo un villano. Batman defiende que Joker no puede ganar, si Gotham supiera de los crímenes de Dent, entonces la esperanza que había dado a Gotham desaparecería, serían liberados los presos de la ley Dent, todo lo cual sumiria a Gotham en el caos. Para Batman, Gotham nunca debería saber la verdad sobre Dent, él aparecerá como el culpable y así se mantendrá la paz. ¿Es ética esta mentira piadosa?

A/ Decir la verdad y no cargar con la culpa

  • Desde una perspectiva hedonista, Batman dejaría de ser admirado, sería perseguido como un criminal y tal vez pondría fin a sus actividades. Todo ello le haría sufrir, por lo tanto no debería mentir (a menos que fuera a sentirse peor por el hecho de que todo aquello por lo que había luchado se desmoronase al descubrir la opinión pública la realidad acerca de Harvey Dent).
  • Desde la ética kantiana, si nos centramos en la primera versión del imperativo categórico, no cabe excepción alguna cuando se trata de mentir: la mentira no podría convertirse en ley universal, es inconcebible. También, desde la segunda fórmula del imperativo categórico, Batman no debe tratarse como un medio sino como un fin en sí mismo, por tanto no debería hacer este sacrificio, sería un atentado contra su dignidad.

B/ Sacrificarse, y mentir y cargar con la culpa

  • Desde el punto de vista utilitarista la mentira sería aquello que causaría el mayor bien para el mayor número, por lo que Batman debe mentir.
  • Desde el punto de vista de la ética aristotélica, si Batman es un héroe, entonces tiene la obligación de exponerse por un bien mayor, debe sacrificarse para salvar a otros sin importar las consecuencias. Asumir la culpa por los crímenes de Dent no es sino una acción heroica más, al llevarla a cabo, Batman está cumpliendo con su naturaleza, haciendo aquello por lo que existe. Batman está haciendo lo virtuoso, lo correcto.

Él es héroe que Gotham se merece, pero no el que necesita ahora mismo. Así que lo perseguiremos porque él puede resistirlo. Porque no es un héroe, es un guardian silencioso. Un protector vigilante. Un caballero oscuro.

Filosofía en YouTube

Os dejo aquí el enlace a unos excelentes canales y listas de reproducción de YouTube para aprender filosofía. Tienen la virtud de ser intelectualmente sólidos y muy amenos.

Canales

ADICTOS A LA FILOSOFÍA 

Vídeos explicativos de unos 15 minutos sobre distintos aspectos de la filosofía, tanto temáticos como sobre autores, con cámara estática y primer plano y montajes de imagen puntuales (en español)

UNBOXING PHILOSOPHY 

Vídeo-representaciones animadas sobre diversos temas de filosofía, lógica e historia de la filosofía (en español)

CARNEADES.ORG 

Vídeo-representaciones que explican conceptos, experimentos mentales, distinciones conceptuales y argumentos filosóficos (en inglés)

Listas de reproducción

CURSO DE LÓGICA PROPOSICIONAL 

Lógica de enunciados explicada paso a paso con video-representaciones animadas (en español)

Grandes preguntas filosóficas abordadas gráficamente como si se tratara de un videojuego para una consola de 8 bits (en inglés)

WESTERN PHILOSOPHY 

Vida e ideas de los grandes pensadores de la filosofía occidental en formato de vídeo-montaje (en inglés)

CRASH COURSE PHILOSOPHY 

Los principales problemas de la filosofía explicados alternado grabación del locutor en primer plano y vídeo-representación animada (en inglés)

Batalla de gallos: filosofía occidental vs. filosofía oriental

El genial canal de YouTube Epic Rap Battles of History nos regala esta espectacular batalla entre los tres filósofos más cáusticos de la filosofía occidental (Sócrates, Voltaire y Nietzsche) y los tres grandes sabios de Oriente (Lao Tsé, Confucio y Sun Tzu):

 

Aquí tenéis la batalla subtitulada en castellano por si el inglés se os resiste:

Citas para una breve historia del feminismo

En esta presentación aparecen algunos/as de los/as principales protagonistas de las tres primeras fases del movimiento feminista (feminismo ilustrado, sufragismo y feminismo contemporáneo), cada uno/a acompañado/a por una cita (en su idioma original). La idea es poder dar una visión general del feminismo a través de las citas, aprovechándolas para explicar el decurso histórico de la lucha de las mujeres, las ideas clave del feminismo (la diferencia entre sexo/género, el concepto de patriarcado…) y para desterrar prejuicios y falsas ideas acerca del feminismo (como que sería un sexismo de signo femenino).

         En mis clases terminamos leyendo este discurso de Susan B. Anthony tras su arresto por haber votado: On Women’s Right to Vote Hay un párrafo más o menos controvertido, en que podría parecer que denigra otra causas por la igualdad, nada más lejos de la realidad. Susan B. Anthony fue una firme y activa defensora del abolicionismo, pero cuando se propuso la Decimoquinta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que suponía la imposibilidad de denegar el voto por motivos de raza, Susan B Anthony y las feministas de la NWSA (al contrario que las pertenecientes a la AWSA) se mostraron contrarias a aprobarla pues consideraron que afroamericanos y mujeres debían obtener simultáneamente sus derechos civiles y que no hacerlo era aumentar la brecha de discriminación sobre las mujeres. Así, Anthony en el texto critica todas las diferentes formas de aristocracia, pero considera que una de ellas es especialmente odiosa, la «aristocracia del sexo», pues de hecho condena a más seres humanos que ninguna otra a la servidumbre.

          También, si se va a aprovechar para hablar de feminismo la semana del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, considero que resulta muy interesante estudiar el origen de dicho día, algo que puede hacerse en la página del International Women’s Day

Nietzsche según Muchachada Nui

       Parece de coña… y es sorprendentemente fiel a la realidad: una breve biografía de Nietzsche.

Club de lectura de «Persépolis» para Valores Éticos de 4º de la ESO

Hasta siempre Hilary Putnam

           El 13 de Marzo de este año 2016 nos dejó Hilary Putnam, uno de los filósofos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Creador de geniales experimentos mentales para permitirnos intuir la solución a los problemas filosóficos más complejos (la existencia o no del mundo externo, la naturaleza de la mente), crítico sin tapujos (sobretodo con su propia filosofía) y corazón inquieto defensor activo de los Derechos Humanos. La filosofía de Putnam es estimulante, lo mismo para el diletante que para el profesional, y profunda, yo personalmente no sabría ya dar clase sin recurrir a sus enseñanzas.
          En este vídeo Putnam nos hace su propia semblanza:

           Aquí su experimento mental más famoso, el de los cerebros en cubetas, con el que trata de demostrar que la duda escéptica acerca de la existencia de un mundo externo independiente de mi mente es incoherente:

           El anterior experimento mental funciona presuponiendo una determinada teoría del significado: el externismo semántico. Putnam defendió dicha concepción del significado con otro experimento mental bien conocido, el de la Tierra Gemela, con el que pretende demostrar básicamente que los significados no están «en la cabeza»:

          En filosofía de la mente Putnam es el padre del funcionalismo (la idea de que nuestra mente puede entenderse como el software y nuestro cerebro como el hardware de un computador, de tal forma que un estado mental puede ser visto como un estado funcional). Aunque más tarde Putnam criticó el funcionalismo, a él se debe el principal argumento a favor del mismo (el de la realizabilidad múltiple de los estados mentales) y con el que terminó con la hegemonía de la teoría de la identidad en filosofía de la mente según la cual un estado mental y un estado cerebral serían idénticos:

Obras filosóficas para (casi) todos los públicos

          Cada fin de curso tengo la enorme satisfacción de recibir uno o dos mensajes de correo de alumnos que van a comenzar una carrera distinta de la de Filosofía en la universidad, pero que no querrían perder el contacto con una disciplina que ha logrado interesarles en el Bachillerato. Normalmente los alumnos piden que les recomiende obras de filosofía que puedan leer por su cuenta y me sugieren temas o autores que les atraen de forma particular. Con los años, pues, he ido elaborando una lista de novelas, ensayos y tratados filosóficos que cualquier estudiante universitario con inquietudes podría leer, pero esa lista inevitablemente tiene un cierto sesgo (supongo que porque yo mismo, por mis preferencias personales, consigo hacer más atractivos unos autores que otros, pero también porque hay ciertos temas filosóficos que preocupan de forma preferente a un joven adulto). Por ello hace tiempo que daba vueltas al proyecto de elaborar una lista de lecturas filosóficas que sirviera de guía no solo a mis alumnos (pasados, presentes y futuros), sino a cualquier persona con inquietudes intelectuales, y recientemente un amigo y antiguo compañero del instituto me pidió que le recomendara obras filosóficas para leer y ya no pude posponer más la tarea. He aquí pues mi lista de obras filosóficas (en verde las que considero más adecuadas para empezar) para no filósofos (y a continuación mis criterios para elaborarla):

Siglos IV-III AEC

  • PlatónCritónBanqueteFedro, Menón, Fedón, Gorgias, Apología de Sócrates, República, Protágoras, Hipias Mayor
  • AristótelesÉtica a Nicómaco, PolíticaPoética
  • EpicuroCarta a MeneceoCarta a Herodoto 

Siglo I AEC

  • CicerónSobre la república, Sobre la naturaleza de los dioses

Siglos I-III

Siglos IV-VI

Siglo XI

Siglo XVI

Siglo XVII

Siglo XVIII

  • Bernard MandevilleFábula de las abejas
  • George BerkeleyTres diálogos entre Hylas y Philonous
  • VoltaireTratado sobre la tolerancia, Cartas filosóficas, Diccionario filosófico 
  • DiderotPensamientos filosóficos
  • David HumeInvestigación sobre el entendimiento humano, Investigaciones sobre los principios de la moral, Diálogos sobre la religión natural
  • J.RousseauDiscurso acerca del origen de la desigualdad entre los hombresEl contrato social
  • Immanuel KantRespuesta a la pregunta “¿Qué es Ilustración?”,  Por la paz perpetua, Idea para una historia universal desde un punto de vista cosmopolitaFundamentación de la metafísica de las costumbres
  • Friedrich SchillerCartas para la educación estética del hombre
  • Mary WollstonecraftVindicación de los derechos de la mujer

Siglo XIX

Siglo XX

          Quiero mencionar además una obra que, sin ser propiamente una obra filosófica sino una introducción al pensamiento filosófico, me parece magistral. Si alguien quisiera tener una idea general de lo que es la filosofía, cuáles son sus principales problemas y respuestas, bastaría con que leyera Pensar, una incitación a la filosofía de Simon Blackburn.

          Todas las obras de la lista son, indudablemente (aunque tal vez habría quien lo discutiría respecto a las obras más recientes), grandes obras dentro de la historia de la filosofía, y lo que las hace más asequibles es al menos uno de los siguientes criterios: a) son obras divulgativas, b) son obras breves (o relativamente breves), c) emplean formatos como el diálogo o el relato de ficción que facilitan la lectura, d) si bien son obras académicas de filosofía no requieren de un dominio especial de la jerga filosófica más técnica, d) tratan temas generales y no específicos objetos de estudio de filósofos profesionales, e) no requieren de conocimientos especiales de otros autores u obras. Hay obras fundamentales de la historia de la filosofía que quedan fuera de esta lista por no cumplir ninguno de estos requisitos (por ejemplo la que tal vez sea la mayor obra filosófica de todos los tiempos, la Crítica de la Razón pura de Kant), pero es que el interés de hacer una selección es precisamente discriminar qué obras filosóficas además de importantes son asequibles para un lector avezado pero sin un entrenamiento filosófico especial. Quedan fuera de la lista muchas obras de metafísica y teoría del conocimiento, porque la mayor parte de las mismas no son fáciles de leer, así como las obras más escolásticas (en sentido estricto y en sentido figurado), y en cambio aparecen más obras vinculadas a cuestiones antropológicas, éticas o políticas, que suelen emplear una terminología menos alejada del uso común del lenguaje (o del uso técnico del lenguaje que existe en otras disciplinas).

         Dentro de la propia lista he querido distinguir libros para principiantes, obras realmente breves o divulgativas. El resto consiste en obras sencillas pero más largas, obras breves pero algo más técnicas, obras que emplean un vocabulario de época (o que supone cierta familiaridad con los sobreentendidos de la época) que puede resultar complicado para un lector actual, y obras largas y de una mayor complejidad filosófica y lingüística. He decidido no incluir artículos en la lista, sino obras completas (aunque algunas sean compilaciones de artículos).

          Ni que decir tiene que esta lista es mejorable, por lo que toda sugerencia será más que bienvenida, esta lista no deja de ser un proyecto en curso.

El aborto en un par de argumentos y un experimento mental

Esta entrada fue publicada originalmente en mi blog personal dedicado sobretodo a filosofía y activismo político. He eliminado referencias a partidos políticos y enlaces a dicho blog personal para evitar cualquier atisbo de adoctrinamiento. Tiendo a ser especialmente escrupuloso con eso en clase de Ética (ni tan siquiera suelo dar mi propio punto de vista, sí los que considero mejores argumentos, por supuesto). Me decido a publicar aquí esa entrada porque ha recibido mucha atención en el otro blog lo que me ha llevado a pensar que la cuestión está suficientemente bien tratada (por lo que podría ser útil para clase de Ética).

          El problema del aborto es probablemente el más complicado de abordar del campo de la bioética. En España esto es especialmente cierto pues la cuestión está emponzoñada por numerosos prejuicios dada la intrusión (aún a estas alturas) de los principios religiosos en la esfera pública. Además, cierto sector de los antiabortistas tiene la extraña convicción de que se aborta a la ligera, que es una suerte de capricho, que poco menos se hace por maldad o casi por integrismo político, pero el hecho es que verse en la necesidad de abortar es una situación que nadie busca y que nadie desea, es por sí misma una tragedia. Y ante la tragedia cabe hacer dos cosas: tratar de paliarla, o negarla y fiat iustitia, pereat mundus. Hay ciertamente embarazos no deseados que son fruto de la irresponsabilidad (negarlo sería cínico), pero también hay embarazos deseados que dejan de serlo (porque la pareja nos abandona, porque descubrimos que nos engaña o porque deseábamos un niño sano y no un bebé anencefálico, por ejemplo), hay tantas situaciones distintas como mujeres embarazadas. Una primera prevención para tratar el problema del aborto es huir de estereotipos.

          No conozco ningún argumento a favor de la interrupción voluntaria del embarazo que sea definitivo (y viceversa), no pretendo simplificar la cuestión. De hecho, insisto en que considero que de todos los problemas clásicos de la bioética, este dilema es el más complejo. Soy padre por partida doble, y no me falta empatía con embriones y fetos, porque he querido a mis hijos cuando no eran más que eso aún. El problema es pues endiablado y por eso requiere de un tratamiento muy preciso y matizado, sin simplificaciones groseras. Y así es como, sencillamente, actúa la ciencia, con un análisis pormenorizado de los hechos, sin embargo los discursos de carácter religioso son tajantes, se permiten opiniones del tipo: «desde el momento de la concepción hay persona porque hay alma». Ahora, desde Condorcet sabemos que las leyes deben basarse en los saberes y no en las opiniones. Permítanme una reducción al absurdo para refrendar la idea de que la religión no debe ser un agente legislador en ningún caso, pero menos aún en una cuestión como la del aborto: si el aborto debe estar prohibido porque mi religión asegura que en el cigoto hay un alma humana, supongamos que mi religión defendiera que existe la reencarnación y que hay un alma humana encerrada en todo animal, ¿habría que considerar legalmente homicidio el sacrificar a cualquier animal para alimentarse de él?
          La cuestión es que mis creencias religiosas no deberían contar a la hora de legislar. ¿Y si me diera por defender que hay un alma humana no ya en el cigoto, sino en los gametos masculinos? ¿Debería la ley perseguir y penar la masturbación o la contracepción? ¿Cuándo y por qué razón habría que empezar a tener en cuenta una religión a la hora de legislar en una sociedad científica democrática? ¿Es cuestión de número, de tradición? Ambas posibilidades son falacias: la verdad de un enunciado no depende de que una mayoría lo suscriba (falacia ad populum) ni de que siempre haya sido tenido por verdad (falacia ad antiquitatem). Y por ello, mejor centrémonos en los hechos.
          En lo que sigue trataré de profundizar en la idea de que el conocimiento científico y la razón han de guiarnos en cuestiones de bioética, y no concepciones particulares del bien, aportando con ello un par de argumentos a favor del derecho a decidir de la mujer sobre su cuerpo interrumpiendo voluntariamente su embarazo. Finalmente reproduciré un conocido experimento mental de Judith Thomson que pretende guiar nuestras intuiciones a favor de dicho derecho.
          Según la embriología humana, el futuro niño, desde la unión de los dos gametos, pasa por las siguientes fases: cigoto (primer día), embrión (a partir de las 22 horas, al 4º día recibe el nombre de mórula y al 5º día el de blastocisto, y se parece ya a la idea que tenemos de un embrión, con proto-órganos, en torno a la 5ª semana) y feto (a partir de la 9ª semana). Esto sería un blastocisto:
          Y esto un feto:
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          Sin blastocisto no hay feto y sin feto no hay niño, pero ¿es por ello lo mismo un blastocisto, que un feto y que un niño? ¿Es lo mismo una semilla que un árbol? La religión tiene las cosas claras: sí. Yo les insto a mirar las fotografías anteriores para hacerse una idea de mi propio punto de vista, que se resume en lo siguiente: un embrión no es una persona, aún, y tampoco es algo absolutamente ajeno a una persona, es una persona en potencia, la posibilidad de ser una persona. ¿Y en qué medida podemos legislar tratando de proteger personas en potencia?
          El problema de los seres en potencia es que casi cualquier cosa es un ser en potencia (el deseo de tener un hijo es también un hijo en potencia y mis espermatozoides y los óvulos expulsados en la menstruación) y que, de hecho, no son aún más que una posibilidad, podrían no llegar a actualizarse nunca (podría tener lugar un aborto espontáneo), pero da la impresión de que habría que legislar sobre seres humanos en sentido propio y no seres humanos posibles, o de lo contrario deberíamos por ley obligar a tener cuantos hijos fuera posible pues no actualizar cualquier ser humano en potencia sería negarle el derecho a vivir. Discutir acerca de seres humanos en potencia da lugar a problemas de lo más peregrino: imaginemos a una mujer joven, sin recursos y abandonada con un embarazo no deseado, una mujer en cuyo plan de vida encajaba tener tres hijos más adelante con una pareja estable, pero si se viera obligada a tener ese hijo que no desea decidiría no tener más. ¿Qué es mejor, uno en potencia o tres en potencia? ¿Qué deberíamos hacer, obligarla a dar a luz a su hijo condenando a los demás a no llegar a nacer? Las posibilidades de ser no permiten decidir… o tal vez sí, porque todos nos damos cuenta de que hay una diferencia entre un embrión y el deseo de tener un hijo, por muy niños en potencia que sean ambos. Ahora, si podemos distinguir entre el deseo de tener un hijo y un embrión, también podemos hacerlo entre un blastocisto, un embrión de ocho semanas, un feto de tres meses y otro de siete. Y somos capaces porque atendemos a la realidad de los hechos, no a seres en potencia. La ley se aplica a los seres en acto, y entre esos seres es fácil matizar y distinguir entre un feto el día antes de nacer y el blastocisto, y pretender que en ambos casos hablamos de una misma cosa, de un ser humano en potencia, es cometer una falacia de pendiente resbaladiza.
          Centrémonos entonces en los seres en acto, un blastocisto, un embrión, un feto, son algo. ¿Son lo mismo? ¿Qué nos permite distinguirlos? ¿Merecen todos la misma consideración? Normalmente nuestra moral nos lleva a relacionarnos con los demás según dos principios: la prohibición de hacerlos sufrir y el respeto a su autonomía . ¿En qué medida afectan a nuestra relación con el nasciturus? Estos principios nos obligan a responder a dos preguntas que solo la ciencia puede responder:
          1/ ¿A partir de qué momento el feto es capaz de sentir dolor o de sufrir?
          2/ ¿A partir de qué momento el feto es capaz de vivir autónomamente (sin parasitar el cuerpo de la gestante)?
          Respondiendo a la primera pregunta, el consenso científico más amplio es que esto tiene lugar alrededor de la semana 24 de gestación (aunque algunos quieren hablar de sufrimiento fetal a partir de la semana 20).
          Respondiendo a la segunda pregunta, ha habido algún caso excepcional en que gracias a los avances terapéuticos un bebé prematuro ha sobrevivido incluso naciendo en la semana 22, pero se tiende a considerar que en los países desarrollados un bebé prematuro puede sobrevivir sin graves secuelas a partir de la semana 24 de gestación.
          Podríamos por tanto decir que antes de la semana 24 el feto no posee autonomía (no es un individuo independiente de la gestante, sino más bien parte del cuerpo de esta, lo cual parece reforzar la idea del derecho de la mujer embarazada a decidir sobre su cuerpo) ni capacidad de sentir dolor (y por tanto no se le puede causar sufrimiento, pues vive en un estado semejante al de muerte cerebral). En cierto sentido pues, el feto antes de la semana 24 vive en estado vegetativo, sobrevive sostenido artificialmente por la madre. Parece por tanto que hasta ese momento debería prevalecer el derecho a decidir de la madre (tiempo suficiente para ejercerlo, por otra parte) y a partir de entonces no podría dejarse de tomar en consideración el derecho del feto a ser protegido y amparado por el Estado aún no siendo una persona todavía (estatuto que, religión aparte, otorga el haber nacido).
          La ley vigente en España permite el aborto libre hasta la semana 14 de embarazo y excepcionalmente «en casos de graves riesgos para la vida o la salud de la madre o el feto» se amplía hasta la semana 22 y más allá si se detectan «en el feto anomalías incompatibles con la vida» o «una enfermedad extremadamente grave e incurable». Esos plazos y estos supuestos parecerían tomar en consideración el bienestar del feto y protegerlo suficientemente atendiendo a criterios razonables (aunque podría discutirse sobre la forma de aplicarse dichos plazos y su cronología).
          Hasta aquí el punto de vista del nasciturus, pues hay otro protagonista en el dilema del aborto, y si de seres en acto y no en potencia se trata, yo diría que el principal protagonista: la madre. La madre es autónoma y está dotada de un sistema nervioso, piensa, siente y padece pues. Podemos defender su derecho a decidir desde muchas ópticas diferentes: aludiendo a que el aborto es un mal menor puesto que muchas madres, aún siendo ilegal, deciden llevarlo a cabo de forma clandestina con grave riesgo para sus vidas (de hecho el llamado aborto inseguro es una de las principales causas de mortalidad materna en el mundo), o que no se salvaguarda la vida del nasciturus prohibiendo el aborto dado que podría practicarse en países colindantes con legislaciones menos restrictivas. Pero lo interesante del experimento mental de Judith Thomson en su clásico articulo «A Defense of Abortion» de 1971 es que nos recuerda hasta qué punto el centro del debate es o debería ser el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, y hace esto dejando de lado la cuestión de si hay o no un ser humano en su cuerpo, si es o no una persona. Vamos a dar por hecho que sí:
          “Te despiertas una mañana y de espaldas a ti se encuentra en la cama un violinista inconsciente. Un famoso violinista inconsciente. Se ha comprobado que tiene una enfermedad renal grave, y la Sociedad de Amantes de la Música sondeó todos los registros médicos disponibles y encontró que sólo tú tienes el tipo de sangre requerido para ayudarlo. Por ello, te han secuestrado y esa noche han conectado el sistema circulatorio del violinista al tuyo, así tus riñones podrán ser usados para extraer el veneno de la sangre de él, así como el de los tuyos. El director del hospital te dice: ‘Mire, nosotros sentimos que la Sociedad de Amantes de la Música haya hecho esto  –si lo hubiésemos sabido nunca lo hubiésemos permitido. Pero el hecho es que ha ocurrido y el violinista está ahora conectado a usted. Desenchufarlo sería matarlo. Pero no importa, es sólo por nueve meses. Para entonces, ya se habrá recuperado de su enfermedad y con seguridad podrá serle desconectado.’ ¿Es moralmente vinculante para ti acceder a esta situación? No cabe duda de que sería muy amable de tu parte si lo hicieras, una gran bondad. ¿Pero tienes que acceder a ella? ¿Qué pasa si no fueran nueve meses, sino nueve años o todavía más?, ¿qué pasa si el director del hospital dice: ‘Mala suerte, estoy de acuerdo, pero ahora tiene que permanecer en la cama, con el violinista conectado a usted para el resto de su vida. Porque recuerde, todas las personas tienen derecho a la vida y los violinistas son personas. Sin duda usted tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, pero el derecho de la persona a la vida pesa más que su derecho a decidir lo que ocurre en su cuerpo. Así, nunca podrá ser desconectado de él.’ Me imagino que tú considerarías esto algo indignante (…).»
          Lo interesante de esta analogía es que deja claro cómo y por qué podríamos limitar el derecho a la vida (cosa que de hecho hacemos, pues consideramos legítimo, por ejemplo, matar en defensa propia) partiendo del supuesto más radical, que el feto es una persona viva como el violinista del ejemplo, pues sin embargo Thomson defiende que «tener derecho a la vida no garantiza que uno tenga derecho a usar el cuerpo de otra persona o a que se le permita continuar usándolo, aunque uno lo necesite para la vida misma». El derecho a la vida del feto no agota, pues, el debate. Por ello me inclino porque sea tenido en cuenta el desarrollo del feto, su autonomía y su capacidad de sufrir, pero sobre todo la libertad de la mujer, además de otras consideraciones no desarrolladas aquí como la mortalidad materna o el bien que se le hace a los bebés mismos que vayan a presentar graves malformaciones al nacer.

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