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Aristóteles en 45 min

Aristóteles (-384 a -322)

Aristóteles (-384 a -322)

Resumen del pensamiento aristotélico

          Para Aristóteles, al contrario que para su maestro Platón, todo conocimiento nace de la experiencia, no obstante hay que distinguir dos tipos de conocimiento que deben comprenderse como grados de conocimiento: el sensible (por experiencia [empeiría], formación de una imagen, gracias los sentidos internos a partir de los datos aportados por los sentidos externos) y el inteligible (formación de un concepto mediante la abstracción [aphairesis]). El conocimiento inteligible se da mediante el entendimiento que puede ser paciente (nous pathetikós) o agente (nous en sentido estricto). El entendimiento es paciente en tanto que capacidad, y es agente en tanto que pensamiento, al conceptualizar, al actualizarse como conocimiento.

          Hay tres tipos de saberes: las ciencias poéticas (saberes técnicos como la retórica, la poética, la medicina…), las ciencias prácticas (ética y política) y las ciencias teóricas o contemplativas (matemáticas, física y metafísica o filosofía primera). La lógica es el instrumento (órganon) que permite alcanzar la episteme (conocimiento, ciencia) mediante la deducción demostrativa a partir de los principios del razonamiento (identidad, no contradicción y tercio excluso). En su metafísica Aristóteles se ocupa del ser en cuanto tal, esto es, de los aspectos del ser comunes a todos los seres. “El ser se dice de muchas maneras” pero los modos de decirse el ser son limitados, a cualquier objeto se le puede atribuir ciertas categorías con las que pensamos la realidad: sustancia, cualidad, cantidad, relación, acción, pasión, tiempo, lugar, posición y hábito. La sustancia, “aquello que existe en sí y no en otro”, es la forma privilegiada del ser, todas las demás categorías refieren a la sustancia, esta es pues la categoría fundamental (sustancia primera), es el soporte del resto de categorías que son accidentes, “aquello que existe en la sustancia”.

          Todo aquello que es, es en acto y ha pasado a serlo desde la potencia pero para que algo pase de potencia a acto tiene que ser movido por algo ya en acto, esto a su vez deberá haber sido movido por algo en acto, y así en una regresión al infinito. Para evitar dicha regresión, Aristóteles supone que debe existir un primer motor inmóvil, Dios, forma pura y acto puro, el pensamiento.

          En su física Aristóteles recoge el testigo de los filósofos de la naturaleza, centrándose en explicar el cambio. La teoría fundamental (hilemorfismo) del ser aristotélica consiste en la distinción entre materia (hylé) y forma (morphé). Todos los seres están compuestos de materia (sustrato indeterminado y eterno del cual se compone toda la realidad física, pura potencia) y forma (universal, eterna, esencia y ser en acto de las cosas pero que no existe inmaterialmente sino encarnada en las cosas materiales salvo en el caso de Dios, forma pura). La forma hace ser a cada ser lo que es, es principio de especificación, pero la materia es su existencia, principio de individuación.

          Para Aristóteles hay cuatro causas de cuanto es que son los principios de la física: causa material (aquello de lo que algo está hecho), causa formal (aquello que hace que una cosa sea tal cosa y no otra, su esencia), causa eficiente (el agente o motor del movimiento) y causa final (aquello que mueve al agente a actuar, el fin por el que se hace algo).  La filosofía aristotélica es teleológica: el agente del cambio es la finalidad de cada ser, todo ser se dirige o tiende a la realización de su propio fin, de su naturaleza.

          Aristóteles trata, como sus antecesores, de conciliar el ser y el devenir, y para ello distinguirá dos formas de ser: ser en acto (enérgeia, entelequia) que significa lo que un ser es de hecho aquí y ahora, y ser en potencia (dynamis) que significa la capacidad de llegar a ser algo que todavía no se es, pero que se puede ser. Así el ser en acto no procede del no-ser, sino del ser en potencia. Esto permitiría resolver el problema del cambio. El cambio consiste en la actualización de aquello que existe en potencia (el paso de ser en potencia a ser en acto), a la materia, que permanece, le sobreviene una nueva forma. Hay dos clases de cambio según Aristóteles: cambio sustancial (la generación y corrupción) y cambio accidental (cualitativo, cuantitativo o local). Solo el cambio local (desplazamiento) es posible en el mundo supralunar (movimiento circular de las esferas celestes), divino y por tanto eterno, a diferencia del mundo sublunar, sujeto a todas las formas de cambio.

          En el ser humano la materia es el cuerpo y la forma es el alma (psiqué), que no existe separadamente del cuerpo, ambas partes del compuesto forman una unidad sustancial. Aristóteles distingue tres tipos de alma que corresponden a tres tipos de capacidades diferentes: alma vegetativa (funciones de reproducción y alimentación, característica de los vegetales, su movimiento es el crecimiento), alma sensitiva (funciones de desplazamiento, percepción, deseo y emoción, característica de los animales, su movimiento es el locomotor) y alma intelectiva (funciones racionales, de pensamiento, exclusiva del ser humano, el movimiento que le es propio es la acción).

          La ética aristotélica es eudemonista (de eudaimonía = felicidad), pues el único fin común a todos los seres humanos es alcanzar la felicidad. Dicha felicidad es pues un fin en sí mismo. La felicidad se confunde en ocasiones con algunos medios (placer, riqueza y fama) necesarios para obtenerla que nos alejan de ella si se convierten en fines últimos. Las acciones del hombre deben centrarse en los factores internos de felicidad, aquellos que dependen de uno mismo, pues la felicidad es autárquica y debe abarcar toda la vida. Dichos factores internos coinciden con llevar la naturaleza humana a su plena realización, a la excelencia, virtud (areté), en el ser humano.

          Dadas las potencialidades del hombre existen dos clases de virtud: las que corresponden a la parte irracional del alma (sensitiva) son las virtudes éticas, y las virtudes dianoéticas son las que corresponden a la parte racional (alma intelectiva). Las principales virtudes éticas son la fortaleza, la templanza y la justicia, que destaca entre ellas pues es la virtud que permite convivir a los seres humanos, es la virtud del ciudadano de la polis. Las virtudes éticas están sometidas a las virtudes dianoéticas, que son las que permiten lograr la felicidad, dado que es el pensamiento lo que nos permite adecuar medios a fines, y por tanto guiar a nuestra voluntad. Las tres virtudes dianoéticas corresponden a las tres funciones específicas de la razón humana: a la producción le corresponde una sabiduría productiva, el arte o técnica (tekhné), a la acción le corresponde una sabiduría práctica, la prudencia (phrónesis) (saber escoger entre extremos, el término medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto, la acción más adecuada, más racional), a la teoría le corresponde la sabiduría teórica (sophía) (distinguir la verdad de la falsedad de forma excelente, nos permite alcanzar la episteme). De entre todas las opciones vitales la mejor es la vida contemplativa, que supone dedicarse a las ciencias teóricas, aquellas que no son medios para otros fines sino fines en sí mismas, y nos garantiza una forma de felicidad superior en tanto estamos realizando plenamente la naturaleza del ser humano, su función específica, la razón teórica.

          Según Aristóteles el ser humano es un animal social (zoon politikon), y por ello la ética está subordinada a la política, ya que el ser humano solo puede alcanzar la felicidad en una sociedad bien organizada. La polis es anterior a los ciudadanos, sin ciudad no hay personas, quien vive fuera de la ciudad es porque es autosuficiente y por tanto «o es una bestia o un dios». El ser humano necesita vivir en sociedad para sobrevivir y autorrealizarse, y hay tres formas naturales de sociedad: la familia, la aldea y la ciudad (polis). La polis es la comunidad social más perfecta pues es autosuficiente (autarquía) y es el ámbito que permite al individuo realizar plenamente todas sus virtudes y alcanzar así la felicidad.

          La finalidad del Estado es el bien común: el bienestar material y la autorrealización de sus ciudadanos. Aristóteles clasifica los diferentes regímenes políticos según el número de gobernantes y según persigan el bien común (formas correctas) o bienes particulares (formas corruptas): la monarquía es el gobierno de uno solo que busca el bien común y la tiranía su forma corrupta, la aristocracia es el gobierno de unos pocos, los mejores, en vistas al bien común y oligarquía su forma corrupta (interés de la minoría rica), por fin la república o politeia es el gobierno de muchos para el bien común y la democracia demagógica su forma corrupta (interés de la mayoría pobre).

          Aristóteles no construye un sistema ideal, el mejor modelo dependen de las circunstancias, en general lo mejor es que una clase media numerosa lidere la polis con decisiones tomadas por mayoría porque esto la llevará a la moderación y la estabilidad. También es conveniente la existencia de philía (amistad), que puede ser familiar pero también entre ciudadanos, esta amistad civil es una virtud social que manifiesta la natural sociabilidad humana.

Esquema conceptual del pensamiento aristotélico

Aristóteles en 27 minutos


5 comentarios

  1. AlonzAlonz dice:

    excelente presentacion de filosofia

  2. Ali dice:

    Excelente trabajo!!! gracias!!

  3. Eugenio Urbina dice:

    Cuanta falta hace que el pensamiento y la virtud, promuevan la auténtica felicidad, personal y política

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