Hace unos años una marca de cosmética lanzaba una campaña publicitaria con el lema «Por La Belleza Real» y con ello, sin saberlo, hacían una fuerte apuesta metafísica respecto al significado de «belleza».
El concepto de «belleza real» suscita muchas e interesantes preguntas acerca del significado de la belleza, que sirven para introducir la reflexión filosófica acerca del arte y de lo bello en el tema «Naturaleza, cultura y sociedad» de la Filosofía & Ciudadanía de 1º de Bachillerato.
Si hay una belleza real, ¿es porque existe otra irreal? ¿Qué belleza sería esa, una belleza aparente? Lo contrario de aparente es invisible, ¿y por qué habría de ser más real la belleza invisible? Es más, ¿tiene sentido la noción de belleza invisible, puede ser bello lo que no lo parece? O podríamos pensar que aparente es aquella belleza que parece bella sin serlo realmente pero, una vez más, ¿qué es eso de algo que parece bello sin serlo, no es la belleza un rasgo fenoménico, de la apariencia de los objetos, o hay algo así como la belleza en sí misma independiente de los objetos bellos?
También, tendemos a suponer que la realidad es algo objetivo, pero solemos entender que la belleza es algo subjetivo. Si hablamos de belleza real, ¿es porque hay cosas objetivamente bellas? ¿Queremos decir de la belleza cuando decimos que es real que se trata de un hecho y no de una apreciación? Pero si la belleza es un hecho, ¿cómo podría nadie equivocarse respecto a qué es lo bello y tener por realmente bello lo que no es sino una belleza irreal? ¿Sería posible aprender a apreciar lo bello, aprender a desentrañar el hecho de la belleza?
Los anunciantes no pretenden suscitar este debate entre verdad y apariencia o universalismo y relativismo, lo que su uso de la idea de «belleza real» lleva implícito es la idea de que aparece en los medios un tipo de belleza que es ficticio, que no es el que se da en la realidad. ¿Pero quiere eso decir que los y las modelos que vemos en la publicidad no existen, son irreales? Más bien parece que la belleza de esos modelos no abunda, no es la que podemos percibir a menudo. ¿Pero por qué habría de ser abundante la belleza? La belleza de las modelos atípicas de la campaña de Dove no es más real que las de las modelos tradicionales, pero en lo que pone el acento la campaña es que tampoco menos. Pero entonces, ¿qué sería belleza irreal? Sencillamente la no belleza, la fealdad. ¿Y no es obvia la fealdad, por qué habría que hacer campaña por la belleza real? Una vez más, se trata de defender algo que es belleza y que es más habitual que la belleza que tiende a aparecer en los medios, pero una vez más, ¿por qué lo bello que abunda habría de ser mejor o más real que lo bello que escasea? De hecho tenemos por bellas las obras de arte, y no participan de lo abundante. La belleza en el arte es, por el contrario, extraordinaria, es más que belleza, es… mejor que la belleza real.
¿Qué es entonces la belleza real? ¿La belleza anodina? Pero lo anodino, lo mediocre, ¿no es eso lo feo? O acaso ocurra que en lo aparentemente anodino se de lo extraordinario, y por eso es necesario hacer campaña por la belleza real, o mejor dicho, por una belleza real, aquella que se esconde, que nos pasa desapercibida camuflada en la cotidianeidad. Tal vez tenía razón el viejo Tales y todo está lleno de dioses.